Hoy en día podemos volver a vivir un cristianismo práctico y sencillo sin tanta religiosidad, tal y como se vivió en los primeros siglos.
Un Fe sencilla y bien fundada, una relación personal y duradera con Dios a través de su Hijo y Espíritu Santo, una interrelación con nuestras comunidades compartiendo las buenas noticias y disfrutando la vida al máximo.